La producción animal es un sistema ineficiente: sólo el 33% de la proteína consumida es utilizada para deposición de tejidos y el resto se elimina en forma de subproductos (figura 1), donde las formas químicas solubles de los macronutrientes (N, P, K) procedentes de la hidrolización de la proteína, generan unas cargas elevadísimas en las deyecciones líquidas, con especial atención al nitrógeno amoniacal (N-NH4+) y a las fuentes y otros vectores asociados a las formas coloidales de las deyecciones. (leer más)